Me caes bien, López

-Thomas - 

Otro día más en la oficina. Novedades, no tantas. Ah si, hay una. La incordio de mi asistente a la que tengo frente a mí con el ceño fruncido y mordiendo su lápiz, porque la loca de patio escribe todo con lápiz y papel, no quiere usar tablet o iPad disque porque no se le puede ir una idea. Uff. 

-Oiga jefe, ¿le puedo hacer una preguntita?... 

-Ya me estás preguntando, López. A ver ¿Qué quieres saber? 

-Mire, no se enoje eh...-y aquí vamos...

-Suéltalo, López. 

-Ay ya, qué más da-se acerca a mí y eso me pone un poco incómodo, así que retrocedo-. Sus hermanas han programado varias citas a ciegas para usted y bueno, me ha hecho cancelarlas dando tantos motivos que ya se me olvidan y me volví a equivocar. 

-Ve al punto, López.- reviro los ojos y me vuelvo a acomodar, por suerte era eso, uff. 

-Bueno, bueno, no se me enoje, sonriente se ve tan bonito- así es mi asistente, Daniela López, la versión femenina de Leonardo el ex asistente de mi cuñadito y ahora curador principal del MET. Una cotilla de tomo y lomo que me hace reír con sus andanzas y a veces llorar-, pero bueno, yendo al punto, como dice jefecito ¿Usted es gay? 

-¡Mierda!- escupí el café que había tomado y me atoré, López se levantó de su silla presurosa, se acercó a mí y comenzó a dar golpecitos en mi espalda. 

-Perdón, perdón, lo siento jefe, pero es que... M****a, perdón por ser tan metiche, no debí preguntar.

-Cof, cof, cof. López, espero que no hayas estado chismeando por ahí esta estupidez y no, no soy gay. Sólo que no he encontrado a mi otra mitad-o está por ahí en algún lugar de España. 

-Ah... fiuf, ya me estaba preocupando, estuve a punto de decirle a la señora Val que mejor y le abríamos un perfil en Tinder y capaz así podía ver otros prospectos. 

-¡López! 

-Lo siento, lo siento, prometo no meterme más y desde hoy anotaré todos los desaires en un archivo, así será más fácil el no repetirlos. 

¡Mierda! las chicas, desde hace un tiempo, me me están buscando "prospectos de novias" entre sus amigas, no lo niego, había tenido una que otra cita, pero no me sentía capaz de dar ese nuevo paso. Pensé que desistirían, pero aún siguen molestando. Ash, deberé hablar seriamente con Alma y Val, esto no puede seguir así. 

Con el ceño fruncido retomé mi posición y volví a hablarle al incordio número tres, porque las uno y dos están en sus cosas.

-Bueno, si ya estás satisfecha con mi respuesta, veamos lo que tenemos para hoy. 

-Si, jefe-carraspea y vuelve a su tono profesional, cosa que dudo un poco, bueno solo un poquito -. A las doce, tiene reunión con don Giovanni para ver los nuevos proyectos para el Duomo. 

A las dos, almuerzo con su madre en el restaurante de don Enrico y a las cuatro una entrevista con los Lorenzetti, para ver si toma el caso de maltrato laboral. 

Luego de eso tiene toda la tarde libre. 

Y así, se pasaban ahora mis días, entre la casa y el trabajo, trataba de tomar muchas cosas para no pensar en tonterías. Por fin había decidido dejar de pensar en esa gatita huraña. Lo más probable es que ella haya rehecho su vida y ya ni se acordara de lo cruel que fui. 

Tomé mis cosas y junto a López y el chofer que tenía designado me llevaron a Queens, donde estaba nuestra obra más preciada. De la mano de Enzo y los sabios consejos del abuelo y de Giacomo habíamos creado una hermosa fundación que acogía a chicos con problemas y esa había pasado a ser otra de mis pasiones y también, mi vía de escape. Llegué con tiempo al gimnasio y aproveché de ver a algunos chicos pelear, a otros jugar ajedrez y unos pocos leyendo en la biblioteca, el lugar se había ampliado y teníamos hasta una pequeña casa de acogida para aquellos que no tenían un hogar dónde dormir. 

-Miren lo que trajo la ola.-Giovanni, venía saliendo de la pequeña oficina que acondicionamos y se acerca a mí dándome un fuerte abrazo. 

-Hola, Giovanni, dichosos los ojos que te ven. 

-Señor Giovanni, un gusto de verle. 

-Danielita, el gusto es todo mío.-miren a esos dos, si no fuera por que Daniela es una niña y que podría ser hasta hija de Gio, diría que están flirteando. 

-Bueno, ¿vamos a trabajar? 

-Tan compuestito que me lo hicieron, jefecito - masculló entre dientes mi asistente y ya me estaba haciendo hervir, diablos esta niñata y sus comentarios mordaces me iban a sacar canas verdes. 

-López... 

-¡¿Qué?! 

-Nada, dame los papeles y aprovecha de ir a dar una vuelta, te hará bien. 

-Pero ¿y las notas de la reunión? 

-Sal de aquí antes que te... 

-Me voy, me voy. Aguafiestas. 

-Es como ver una copia en femenino de Leo me dice Gio entre risas. 

-¿A poco no Gio? 

-¿De quién? 

-¡Largo! 

-Ush, al cabo que ni quería quedarme a escuchar de jabs, Nockouts y mataleones. 

-Ve chiquilla, en la sala de descanso hay rosquillas y café, aprovecha que estás muy delgada.-Daniela se va refunfuñando y nuevamente nos reímos de ella con Gio.

-Perdónala, ya sabes cómo es. 

-Déjala, es un encanto... 

Una vez que terminamos con Gio y quedamos en citar a Enzo para la próxima reunión, me despedí de él y salí de allí con una tremenda sonrisa, el Duomo funcionaba de maravilla y pronto podríamos acoger a más chicos en ese lugar. 

-¿Terminaste?-López estaba comiéndose una rosquilla y tomando una gaseosa, la que salió por los orificios de su nariz por el susto que le provoqué. 

-Jefe, me asustó. 

-Lo siento. Vamos que mamá nos espera para almorzar. 

-Será a usted, jefe. Yo no estoy... 

-Ya le avisé que andaba contigo y te invitó. 

-Wow, esto está de película, yo, Daniela López una simple mortal, almorzará con la reina y el tiburón de los tribunales, ¡señor qué he hecho para merecer este tremendo honor! 

-Ya bájale, López. ¿O te quieres quedar aquí? 

-No, no, no. Vamos jefecito lindo, usted manda.

-Me caes bien López, me caes bien. 

-Y usted a mi jefecito. 

-Ya cállate y vamos a comer, que muero de hambre. 

Nos subimos al auto y nos dirigimos a nuestro nuevo destino, Enrico, mi fiel y querido viejo sufría de Alzheimer y ya no trabajaba tanto en el restaurante, pero no había día que faltase en el lugar. Toda la familia lo visitaba y aprovechaba de comer la rica comida que ahora preparaban dos chicos que habían aprendido sus recetas. El día de hoy, nos tocaba a mamá y a mí, ah y ahora sumaba al incordio de López que se fue riendo de mí por tener que rechazar a una de las nuevas "propuestas" buscando el mejor pretexto esta vez. 

-¿Y si le digo que se murió? No, no, me van a pillar, mejor que contrajo herpes con su última pareja y está en tratamiento.- las risas de mi chofer y esa loca de patio estallaron dentro del auto y yo buscaba no matarla a bastonazos. 

-¡López!- ese apellido me empezaría a crear urticaria. 

-Bromita, jefe. Le diré que le avisaré cuando tenga un tiempito ya que está ocupado con mucho trabajo, sí... Esa será la mejor excusa para todas. 

Llegamos al restaurante de Enrico y fuimos recibidos por su hija como siempre, besos y abrazos llenaron el lugar, nos indicaron donde estaba la mesa de mamá y ahí estaba ella, tan hermosa como siempre, con su hermosa cabellera ahora con canas que demostraban el pasar del tiempo, pero que le daban ese caché de mujer fuerte y empoderada. 

-Hijo, Dani. Que bueno que llegaron, hoy les tengo una sorpresa. 

-¿Qué cosa mamá?-besé su frente y me senté junto a ella. 

-Ya lo verás, no comas ansias y mejor disfrutemos, pedí limonada para todos, espero y te guste Dani. 

-Gracias, jefa. El lugar es hermoso, jamás había venido aquí. 

-Este lugar es muy especial para la familia Scott, aquí hemos celebrado la mayoría de nuestras alegrías.-dice mi mamá con un dejo de nostalgia. 

-¡la pizza è pronta! (La pizza está lista)-nos grita Enrico saliendo de la cocina y a mí se me apretó el corazón, el viejito ya estaba por cumplir los 87 años y aunque su memoria era inestable, su alegría de vivir llenaba el lugar. 

-¡Grazie!-exclamamos los tres y procedimos a comer, estaba deliciosa como siempre y con la amena compañía de los que estábamos en el lugar se disfrutó un montón. Por un momento miré a la mesa al lado de la caja y recordé mi niñez, muchas veces pasé mis tardes libres en ese lugar soñando con un día tener una hermosa familia y ahora, que era un adulto sentía que mi sueño se hacía realidad. Aunque, aún me faltaba algo... 

En eso sonó mi teléfono y el de mamá al mismo tiempo, ambos nos miramos y contestamos al mismo tiempo. A mí me estaba llamando Enzo, se escuchaba preocupado y tenso, por lo que atiné a decir. 

-¿Están en el hospital?... 

-Sí, ella sufrió un alza de presión y está en observación. Hanna ya la está monitoreando a ella y al bebé. 

-Vamos para allá.-vi la cara de mamá y parecía que estaba recibiendo la misma noticia. 

-Si amor, vamos para allá... 

-¿Cosa sta succedendo? (¿Qué sucede?)-preguntó Enrico. 

-Tranquilo, Enrico. Es un cliente que está enfermo y debemos verlo-dijo mamá para no preocuparlo. 

-Oh... Entonces díganle a Enzo que no se preocupe, il bambino y la principessa estarán bien.- ambos nos miramos y el viejito ese se levantó como si nada y volvió a la cocina. 

-Jefe, yo me iré en un taxi a la oficina. Deberé cambiar la reunión con los Lorenzetti, pero no se preocupe haré todo lo posible. 

-Llévate a mi chofer, López. Yo me iré con mi mamá. 

Todos asentimos y tomamos nuestras cosas, pagamos y agradecimos como siempre. Salimos cada uno por su lado y con mamá orábamos para que Alma y el bebé estuvieran bien. 

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