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Felicidades, vas a ser mamá

—Dana—

Nuestra llegada al aeropuerto de Barajas fue tranquila, no niego que Alma trató de sonsacarme qué me había pasado en la noche porque me desaparecí de la fiesta justo antes del lanzamiento del ramo, así que le mentí olímpicamente, le dije que me había sentido cansada y que el viaje me había cobrado factura ¿Cómo le decía a mi mejor amiga que me había acostado con su hermano y que luego de eso me echó del lugar?

No podía, ellos recién se estaban empezando a perdonar y era injusto meter a mi amiga en una discusión que no le pertenecía, yo haría borrón y cuenta nueva y oraba porque esa noche quedara en el pasado, para ambos.

Nos separamos en el aeropuerto, pues los chicos tendrían su luna de miel en Ibiza y yo debía partir rumbo a Zaragoza para acompañar a mi estrella multicolor como su manager. Nos dimos un fuerte abrazo con Alma y le pedí a Enzo que la cuidara. No sé porqué lo hice, solo me nació...

Llegué luego de un vuelo corto al aeropuerto de Zaragoza y ahí me esperaba Antonio, el chofer y guardaespaldas designado por la empresa, me saludó amablemente, tomó mi pequeño bolso y nos dirigimos al hotel cerca de las locaciones, dónde ya me esperaba el loco de Van Pelt.

—Menudo viaje el tuyo, preciosa. Yo te hacía descansando en la Toscana por algunos días más.

—Trabajo es trabajo, Newtt y tú eres mi representado y prioridad, no puedo abandonarte a tu suerte por tantos días.

—Aww, ahora entiendo por qué te dicen la sombra.

—Jajaja, deja que me duche y nos ponemos al día con tu agenda.

—Pues adelante, su merced, su habitación es la de la derecha— me dice en un perfecto español.

—Bello, gracias.

Entré en la que sería mi habitación por los siguientes seis meses y me di una ducha reparadora, ahí vi mi cuerpo lleno de marcas de sus dientes, chupones y los moretones en mis piernas y sentí su aroma en mi cuerpo.

Nuevamente las sensaciones me abrumaron, recordé cada toque, cada beso, cada gemido que emitimos en la noche y con eso me permití llorar, por ser una loca al aceptar pasar ese momento con él.

—Ya, Dana María del perpetuo socorro saca las malas vibras de tu mente y ponte las pilas.

Con ese nuevo mantra salí de mi autocompasión y terminé de enjuagar mi cabello, salí de la ducha y me vestí de forma fresca para pasar el calor del lugar. Tomé mis cosas y comencé mi trabajo con el mejor de los ánimos.

Tres meses después de mi llegada a España…

—Maldito calor, siento que reboto de lo hinchado que tengo los pies.

—Jajaja, que descriptiva eres mi shadow.

—Eres un idiota, Van Pelt.

—Pero tu mejor representado, cariño.

—De eso no me quejo, pero podrías ser menos notorio y más precavido con tus saliditas con Antonio, por suerte todos creen que es tu chofer y guardaespaldas y no quién calienta tu cama cada noche.

—Eres una bruja cruel y despiadada conmigo.

—Nope, soy la cruel y despiadada manager que te limpia todos tus trapitos sucios.

—Ja. Ja. Ja.

Y así pasaban mis días acá en España, cubriendo los escándalos de Newtt y aprendiendo el idioma, aunque ya lo conocía bastante bien, gracias a mi querida ASS. De ella, sabía por las constantes llamadas que me hacía y de paso sabía de ese maldito demonio de tres patas, pero cuando ella me contó que había preguntado por mí, le pedí que no me hablara más de él, si no quería que me enojara con ella y, desde ese día, no tengo ninguna noticia de quién atormenta mis noches en esta ciudad.

Hoy era un día especialmente caluroso y sentía que mis pies eran verdaderas empanadas de lo hinchados que los tenía. Además , pasé una pésima noche, pues algo me cayó mal en la cena y había devuelto hasta el alma en la taza de baño, Newtt se la había pasado conmigo sujetando mi cabello y dando pequeñas palmaditas en mi espalda, mientras Antonio nos decía que debía ir al médico para que me chequeara, no era de enfermarme, pero esto que me pegué me tenía fatal.

—Vamos al taller de Aitana, hoy te toca prueba de vestuario para la gala de caridad.

—Uff. ¿Tengo que ir?—lo miré y de inmediato, alzó sus manos en son de rendición — no he dicho nada. Ya, no me mires así que asustas, mujer…

Con el ánimo por los suelos y el estómago revuelto llegamos al atelier de Aitana Guzmán, ella se había transformado en la estilista y diseñadora oficial de Newtt en este país y ahora que la conocía en persona me agradaba más aún, era una mujer fuerte y empoderada, que estaba pasando por una separación de su pareja y se había echado todo al bolsillo y siguió adelante. Me imaginaba lo triste que debe haber sido para ella sufrir su separación, pues por lo que me han contado sus trabajadoras, ellos estaban muy enamorados, y veía lo que me pasaba a mí, yo que sólo había pasado una noche con ese demonio, lo seguía soñando cada maldita noche, como si fuera la primera vez…

—Dana… ¡Tierra a Dana!

—Perdón, estaba pensando en algunas cosas, Newtt.

—Perdonada, pero dime ¿Cómo me veo? — Newtt salió del vestidor enfundado en un traje dos piezas en negro, le quedaba como guante y la tela que si la mirabas bien era tornasolada en azul le daba un contraste a su piel, bronceada por el sol de este país, resaltando sus bellos ojos azules ¿qué m****a estoy diciendo? ¿desde cuándo era tan cursi para hablar de un hombre?

—Te queda bien, cariño.— fue lo único que salió de mi boca, mientras tomaba un sorbo del café que me habían traído las chicas.

—Esperaba algo como te ves exultante, divino, maravilloso, el traje te queda como un guante, no un simple te queda bien, cariño — ¿se está mofando de mí? ¿me está remedando? Carajo, este tonto me estaba sacando de mis casillas.

—Pues, ya lo dije. Te ves bien y punto. ¿Lo llevamos?—le digo un tanto molesta y el me ve ve haciéndose la víctima.

—Ush. Eres una insufrible.

—Jajaja— la risa contagiosa de Aitana llenó el lugar y yo la secundé, no sabía qué era más extraño, si mi dolor de pies, mi estómago enfermo o el cambio de ánimo tan fugaz por el que estaba pasando, pero no aguanté. — Te ves demasiado guapo, querido Newtt, te queda a la perfección, el traje lo hice pensando en ti.

—Eso era lo que esperaba, pero esta inconsiderada no es capaz de decírmelo.

—Pues lo siento estrellita multicolor, hoy no es uno de mis mejores días.— me levanté de mi asiento y sentí que el mundo se me venía encima. Tambaleé y mi cuerpo no me respondió, sé que estoy cayendo al suelo estrepitosamente, pero nada puedo hacer. Todo se fue a negro...

—¡Dana!— fue lo último que escuché y ya no supe nada de mí…

¿Dónde estoy? Fue lo primero que pensé al despertar en la pequeña habitación blanca, pero me respondí solita, estaba en un hospital, una chica muy guapa me estaba tomando los signos vitales y sonrió al verme abrir los ojos.

—Tranquila preciosa, llamaré a mi jefa y a tus amigos, mi cuñada está muy preocupada por ti.

—Gra… Gracias… ¿Qué me pasó?

—Fue un desmayo, pero deja que la doctora te explique, mejor. ¿Vale?

—Okey.

—A propósito, soy Phoebe. Es un gusto conocerte por fin. Aitana me ha hablado mucho de ti.

—Oh… el gusto es mío chica del 10.— ahí me fijé bien quién era y no pude aguantarlo, era la chica que estaba saliendo con el hermano de Aitana. Una guapa curvy de ojos vivaces y sonrisa cálida, que había sacado del mercado al mejor jugador de la liga española, nótese que debo estar absolutamente informada de toda la farándula de este pais y del continente, gracias al incordio de Van Pelt, no es que me guste leer revistas del corazón y tampoco es que me guste el chisme. En fin, la preciosa enfermera salió de la habitación y en menos que canta un gallo, ya tenía sobre mí a Aitana, Newtt y Antonio.

—¿Te sientes mejor preciosa?

—Si, gracias por traerme al hospital, Newtt.

—Ni creas que yo hice ese tremendo esfuerzo, fue Antonio quien te cargó. — dice Newtt haciéndose la víctima.

—Jajaja Newton, eres realmente un caso. — Aitana le responde, para luego verme a mi— Si le hubieras visto la cara de espanto que tenía cuando te desmayaste.

—Pues claro, no quiero tener una muerte en mi conciencia.

—Idiota. — Nos reímos los cuatro y bajamos la intensidad, al entrar nuevamente Phoebe con la doctora que traía una cara sería, dios ¿me estaré muriendo?

—Hola Dana, soy la doctora Jiménez.— me saludó seriamente, tomando la tablilla que estaba a los pies de mi cama.

—Doctora, ya dígame lo que tengo, si me estoy muriendo…

—Jajaja no linda, no te estás muriendo, sufriste un desmayo producto de tu estado y es absolutamente normal.

—¿Qué estado?— preguntamos al unísono con los chicos.

—Felicidades vas a ser mamá.

—¿Qué?

El pitido en mis oídos y nuevamente los mareos que me inundaron la cabeza, provocaron que me volviera a desmayar. Esto no podía ser posible yo ¿Embarazada?

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