—Daniela López —
¿Qué haces cuando tu vida se viene a pique y estás arrastrando a todos con ella?
Huir…
¿ Qué haces cuando sabes que la estás cagando?
Huir…
¿Qué haces cuando hay gente que te apoya a pesar de tus problemas?
¿Huir?…
Esa era mi forma de ver las cosas y de asimilar la mejor forma de solucionar mis problemas.
Huir, huir, siempre huir.
Desde que tengo noción de las cosas es lo que he hecho y esta sería la noche.
Estoy tomando mis cosas y las de Sarita, por desgracia deberé dejar todos los regalos que la jefa y su familia le han dado, pero ya no había tiempo. Necesito huir de aquí y no meterlos en más problemas.
—Quédate tranquilita, mi pequeñita, iremos a otro lado y dejaremos de molestar, te lo prometo.
—¿Jes?—me preguntó Sarita. Ella había hecho buenas migas con el guardaespaldas de la señora Alma y cada día se hacía más difícil lidiar con eso, no sé como le había tomado tanto cariño a mi pequeña y en cambio a mí me detestaba.
—Oh, no, no amor, nos iremos las dos solitas