POV: Aurora
El gimnasio de la Mansión Blackthorn no olía a desinfectante ni a toallas limpias. Olía a violencia.
Era un espacio cavernoso en el sótano, con paredes de ladrillo expuesto y suelo cubierto de colchonetas negras que habían visto mejores días (y probablemente mucha sangre). No había máquinas elípticas con pantallas táctiles. Había sacos de boxeo pesados que colgaban del techo como cadáveres, estantes con pesas de hierro oxidado y una zona cercada que parecía una jaula de MMA.
—Deja de mirar y empieza a moverte —ladró Kieran.
Estaba al otro lado de la sala, vendándose las manos con una eficiencia brutal. No llevaba camisa. Por supuesto que no.
Tragué saliva, obligando a mis ojos a no recorrer la topografía de su espalda. Los músculos se movían bajo su piel pálida como serpientes atrapadas. Cada vez que flexionaba los brazos, la cicatriz de su omóplato se estiraba.
—No entiendo por qué tengo que hacer esto —me quejé, tirando de las mangas de mi sudadera vieja. Me sentía ridíc