DAFNE
La oscuridad siempre había sido silenciosa.
Pero esta vez… gritaba.
Jadeé, mi cuerpo convulsionándose mientras el vacío a mi alrededor se agitaba con susurros y calor. Mis pulmones ardían por aire, mi corazón golpeaba como un tambor atrapado. Cada aliento que lograba tomar era como inhalar fuego.
¿Dónde estaba?
Lo último que recordaba era caer —el eco de la voz de Jordán rasgando el aire mientras todo se volvía negro. Pero ahora… ya no estaba cayendo.
Estaba flotando.
Y bajo esa calma sin peso, algo antiguo se agitó.
—No deberías haber venido aquí, Dafne…
La voz no era la de Jordán. Era más profunda, más oscura —terciopelo y veneno al mismo tiempo.
—Aquí es donde mueren los dioses. Aquí es donde debías quedarte.
Abrí los ojos, y la oscuridad se partió en tonos de violeta y carmesí. El suelo bajo mis pies no era sólido; latía, como un corazón vivo.
Atenea gruñó dentro de mi cabeza. —Está aquí.
Mi pulso se disparó. —¿Quién?
—Draco. El maldito. El primer Alfa que desafió a la prop