JORDÁN
Lo sentí antes que nadie.
Un pulso.
Una oleada violenta, ardiente, que desgarró el vínculo entre nosotros como un relámpago.
Dafne.
Su energía estalló a través del lazo — cruda, desesperada y tan poderosa que hizo que mi lobo cayera de rodillas dentro de mí. Me tambaleé hacia atrás, aferrándome a la pared de la cámara del consejo mientras un dolor me partía el pecho.
—Está viva —jadeé, luchando por respirar—. Ella está—
Entonces, el suelo tembló.
Cada linterna titiló. Una extraña luz dorada destelló por las ventanas antes de desvanecerse, reemplazada por una sombra que se arrastraba como humo por las paredes. Los guerreros de la manada gritaban afuera, y capté el olor de Teo corriendo hacia mí.
—¡Alfa! —gritó, irrumpiendo por la puerta—. Algo anda mal. La luna vuelve a sangrar de rojo—
Se detuvo al verme.
A duras penas podía mantener mi forma. Mis garras ya habían crecido, y mis venas se oscurecían con cada respiración. Mi lobo —mi bestia noble y estable de siempre— gruñía c