JORDÁN
El bosque se desdibujaba a mi alrededor mientras corría. Cada músculo de mi cuerpo gritaba de dolor, mis garras se clavaban en la tierra, mi lobo rugía dentro de mí, exigiendo venganza. La presencia de Atenea zumbaba débilmente en mi mente, empujándome hacia ella, pero la oscuridad era espesa, sofocante.
Dafne… aullé su nombre una vez más, cada gramo de poder en mí extendiéndose hacia ella, pero el vínculo… estaba siendo torcido, corrompido por la influencia de Draco. Podía sentirlo arañando los bordes de mi mente, susurrando mentiras, envenenando mi certeza.
—No —gruñí entre dientes—. No la perderé. No así. No jamás.
Un pulso de energía —que no era mío— me golpeó, haciéndome caer. Mi visión se nubló, y por un momento, la vi: no era la omega asustada y temblorosa que conocía, sino una guerrera, con los ojos brillando con su propio poder. Dotada. Fuerte. Desafiante.
Athos gruñó, feroz y agudo. Está luchando, Alfa. No se rendirá.
Apreté los puños, forzando mi energía hac