Helena se esforzó en darle placer a Nicolás. Masajeó su miembro con delicadeza, al mismo tiempo que le pasaba la lengua.
Él no soportaría si seguía así.
—B-basta, Helena. Voy a correrme rápido —murmuró.
—Todavía no —se quejó, separándose.
Helena buscó el preservativo en la mesita de noche y le pidió a Nicolás que se lo pusieran. Ella ya estaba aguada con tanto alcohol encima, y por ver el torso desnudo de su chico.
—¿No quieres que te toque un poco? —inquirió él, sentándose.
La castaña se subió sobre él, rozando su pene en su entrada. Rodeó el cuello de Nicolás con sus dos brazos y lo vio con deseo.
—Tócame —pidió.
Luego lo besó con desespero. Metió su lengua, queriendo comerse la boca de Nicolás. Helena tenía los ojos cerrados, y él aprovechó de apretar cada uno de sus pezones para darle más placer.
Helena gimió en sus labios.
Poco a poco, introdujo el miembro de su novio en su vagina. Aunque tuviera protección, la sensación era hormigueante para su cuerpo. Necesitaba que e