Nicolás bajó al primer piso con pasos rápidos, como si escapara de algo invisible. Se cubrió el rostro con ambas manos, sonriendo entre dientes. Las cosquillas no lo dejaban en paz, como si la escena se le hubiera quedado atrapada en la piel.
—¿Qué me pasa? ¿De verdad me gusta Helena? —susurró para sí mismo.
Recordó que casi la besó estando sobrio en el parque de diversiones. Si la rueda no hubiera avanzado, seguro habría besado a Helena.
¿Por qué? ¿Por qué su corazón se aceleraba así?
—¿De verdad me enamoré de mi ex cuñada a pesar del contrato?
Casualmente Paul iba pasando cerca y escuchó lo último que dijo. Abrió los ojos, no podía creerlo. Después de todo lo que le dijo a Nicolás, no le hizo caso.
—¿Cómo que te has enamorado de Helena? —lo enfrentó.
Nicolás se estremeció al sentir la presencia de Paul tan cerca. No lo había escuchado llegar, y eso lo desconcertó más que cualquier palabra.
Estaba atrapado en sus pensamientos sobre Helena: la forma en que se reía, cómo lo mi