Maikol se dejaba llevar por la música, tenía los ojos entrecerrados, como si el mundo se hubiera reducido a ese instante compartido con Kaito.
El vals era lento, envolvente, y cada giro parecía sincronizarse con algo más profundo que el ritmo, una ligera confianza que crecía entre ellos.
Kaito lo miraba con una sonrisa tranquila, haciendo que su corazón latiera muy fuerte por los sentimientos encontrados.
—¿Qué tal lo estás pasando esta noche? —preguntó Maikol, rompiendo el dulce silencio entre ellos.
—Muy bien, a decir verdad —sonrió, sin dejar de verlo—. Aunque no diría lo mismo de ti. Pasaste por un mal momento hace un rato, ¿seguro que estás bien?
—Quiero olvidar lo que trató de hacerme ese tipo… —murmuró—. Prefiero concentrarme en este momento, si no te molesta. La estoy pasando muy bien a tu lado, Kaito.
Esas últimas palabras lo dejaron en el limbo. Kaito abrió los ojos con sorpresa, porque algo dentro de él se removió. Estaba empezando a ver a Maikol con otros