Capítulo 35: Estoy embarazada

Belia apenas podía respirar mientras recorría los pasillos de piedra, estrechos y húmedos, del ala este de la mansión de la manada. Su corazón martillaba en el pecho con fuerza, el velo oscuro sobre los hombros ondeaba como una sombra viva detrás de ella. La noticia que llevaba le quemaba en la lengua, y sabía que no podía esperar ni un segundo.

—¡Abran paso! —gritó, empujando a dos omegas asustadas que cargaban bandejas con frutas que cayeron y rodaron por el suelo—. ¡Quítense de en medio, es urgente!

No había tiempo para pedidos educados ni explicaciones. La anciana cruzó el vestíbulo principal del ala noble como un rayo, pisando con fuerza sobre las alfombras bordadas, atropellando a cualquiera que intentara frenarla. Algunos guerreros abrieron los ojos al verla en ese estado; Belia jamás perdía la compostura. A diferencia de Lilian, la antigua anciana que decía todo con palabras duras y no le importaba alzar la voz cuando lo creía necesario, Belia siempre era muy sutil; por eso aq
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