Lyra caminaba al lado de River, con las manos entrelazadas, mientras su cabello húmedo goteaba discretamente por la espalda. La brisa fresca de la noche acariciaba su rostro, pero no era suficiente para borrar los rastros de llanto que aún manchaban sus ojos, ligeramente enrojecidos. Aun así, sonreía, una sonrisa tímida, sincera y un poco temblorosa, como si ese breve momento de paz a su lado hubiera sido todo lo que necesitaba para volver a respirar.
River la observaba con la misma atención de siempre, como si cada expresión de ella fuera demasiado valiosa para pasarla por alto. Sus pasos eran firmes, pero lentos, como si no quisiera que ese instante terminara tan pronto. Al fondo, la música de la fiesta aún resonaba por el claro, mezclándose con risas, voces y el crepitar intenso de la hoguera que iluminaba el centro de la manada.
Lyra lo jaló con suavidad hacia la pista improvisada de baile, donde algunas parejas giraban de forma torpe, entre saltos, risas y movimientos que clarame