REY DE OROS. CAPÍTULO 55. Corderos y guerreros
REY DE OROS. CAPÍTULO 55. Corderos y guerreros
Alaric siempre había sido un hombre eficiente, pero esa mañana se superó a sí mismo. Se levantó antes de que el sol calentara, tomó café negro como si fuera combustible de avión y, sin perder tiempo, se fue directo al juzgado. Firmar el consentimiento de emancipación de Damian era lo primero en su lista, incluso antes de respirar.
(Bueno, lo segundo. Lo primero era dejar a su chica contenta y lista para el día, con un lindo mañanero y mucho amor).
Y luego sí se fue al juzgado.
El juez, que ya lo conocía de vista, lo miró con una mezcla de respeto y resignación. Alaric hablaba poco, pero cuando hablaba, las cosas se resolvían. En menos de lo que dura un bostezo, la firma quedó estampada en el documento oficial, y Damian estaba un paso más cerca de ser dueño de su propia vida.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Alana se alistaba como si fuera a asistir a una gala. Vestido de seda, tacones que sonaban como un metrónomo y labios pin