CAPÍTULO 44. Una amiga y una verdad
CAPÍTULO 44. Una amiga y una verdad
Raven salió de la mansión sin mirar atrás. El taconeo firme de sus botas resonaba en la entrada de mármol como un tambor de guerra. Detrás de ella, su escolta se mantenía atenta, sin hacer preguntas. El auto negro la esperaba con el motor encendido, y ella subió sin decir una palabra, cruzando las piernas con una mezcla de rabia contenida y determinación.
Media hora después, el vehículo cruzaba los altos portones de su propia casa, aquella que no pisaba desde que había ido con Rowan. Todo el personal ya estaba operativo y un par de hombres de seguridad saludaron con la cabeza al verla entrar. La casa olía a limpieza reciente y cera de muebles. Nada se sentía fuera de lugar, salvo ella.
Subió directo a su habitación, sin detenerse en nada. En cuanto cerró la puerta detrás de sí, se dirigió al armario empotrado y, con una llave pequeña que guardaba en el doble fondo de uno de los cajones, abrió la caja fuerte. Dentro, todo seguía tal como lo había dej