CAPÍTULO 28. Celos y represalias
CAPÍTULO 28. Celos y represalias
—¡Cedric! —gritó Rowan con la voz tensa y un segundo después Cedric apareció justo a su lado, como si hubiera estado esperando detrás de un arbusto, trajeado y serio como siempre, pero con los ojos encendidos de advertencia.
Y la verdad era que no necesitaba que le dieran ninguna orden, porque estaba bastante seguro de que Rowan ya había dicho todo lo que tenía que decirle a Cecilia.
—Vamos, muñeca —le dijo tomándola del brazo con firmeza—. Este numerito ya dio lo que tenía que dar.
Cecilia se giró hacia él, con esa sonrisa suya de superioridad y un tono de evidente desprecio, porque de todos Cedric era el que menos la había tolerado siempre.
—Suéltame… ¡Suéltame, Cedric! ¡Sé que tú solo quieres protegerlo, pero no seas obtuso! —le susurró entre dientes, tan cerca que él pudo oler su perfume caro—. ¡Yo soy lo mejor que le podría pasar a Rowan! ¡Siempre lo he sido!
Pero Cedric arqueó una ceja, como si no pudiera creer lo que acababa de oír.
—¿Tú? ¿Lo me