CAPÍTULO 29. Un hada borracha y un beso robado
CAPÍTULO 29. Un hada borracha y un beso robado
Y la verdad era que si Raven decía que la fiesta se había acabado, entonces la fiesta se acababa y punto, así que Rowan, con su corbata ya floja y la chaqueta sobre el respaldo de su silla, se había quedado despidiendo a los últimos invitados con esa sonrisa amable que uno pone cuando solo quiere cerrar la puerta con llave y olvidarse del mundo.
—Gracias por venir… sí, sí, fue hermoso… buenas noches —repetía como un mantra mientras Alaric, Cedric y Tristan lo observaban desde el vestíbulo, con cara de "esto se va a poner feo".
Y cuando por fin el último embajador obstinado desapareció por el portón con los zapatos de su mujer en la mano, Rowan soltó un suspiro profundo y se giró hacia sus amigos.
—Al despacho. Ahora.
—¿Tienes algo fuerte ahí? ¿No se supone que no bebes? —lo azuzó Alaric.
—Viviendo en medio de este cubil de chacales, si no bebiera me volvería loco —bufó con fastidio.
El despacho era su refugio. Techos altos, paredes llenas