CAPÍTULO 43. Un camión de desechos tóxicos
CAPÍTULO 43. Un camión de desechos tóxicos
—¡Dímelo! —grita con tanta fuerza que su tono envía un escalofrío directo a mi columna.
—Sí… —susurro con los ojos cerrados hasta que siento una de sus manos en mi garganta—. Maldita sea, Viggo…
Su nombre en mi boca destierra el último reducto de cordura. Él entierra el rostro en mi cuello, mordiendo mi piel húmeda mientras me embiste con más fuerza, arrancándome un grito tras otro. Nos movemos en un frenesí desesperado, chocando sin control, alimentándonos del placer, de esta necesidad primitiva que nos consume.
—Entonces córrete —susurra contra boca y sé que esos dedos en mi sexo pueden sentir cada contracción—. Córrete ahora… ¡Ahora!
El orgasmo me golpea con una intensidad devastadora, haciéndome convulsionar entre sus brazos mientras me sostiene con más fuerza, guiándome a través de cada espasmo, devorando cada uno de mis gritos, hasta que un gruñido profundo escapa de sus labios cuando finalmente me sigue, y su cuerpo se tensa antes de h