CAPÍTULO 123. La exigencia de una madre
CAPÍTULO 123. La exigencia de una madre
Cada alarma en mí se dispara. Por suerte o por desgracia ya mi instinto está activado y es como un par de lentes que ya no te puedes quitar, así que mi respuesta sale cortante.
—¿Para qué? —le pregunto y la escucho carraspear.
“No es algo que pueda decir por teléfono”.
—Está bien, le diré a Viggo que salgamos temprano y…
“¡No! Lo que tengo que discutir es solo contigo, no hay necesidad de que mi hijo se entere”, me interrumpe y niego en silencio porque Beberly Massari tiene que ser muy idiota si cree que caeré en su trampa.
—Está bien, nos veremos en mi departamento en media hora.
No me gusta esto, pero si quiere hablar, la escucharé, en especial si es algo que no quiere que su hijo sepa.
Me acerco a Viggo que me iré temprano a casa mientras él termina con los contratos.
—¿Estás bien? —me pregunta achicando los ojos.
—Sí… solo hay algo que necesito hacer sola.
Él no parece convencido, pero es demasiado inteligente como para forzar una respuesta,