Mundo ficciónIniciar sesiónLa luz del amanecer entraba por los ventanales del ático cuando Danna bajó las escaleras descalza, con el pelo revuelto y el cuerpo adolorido de haber dormido en posición fetal toda la noche. El sonido de sartenes y el aroma a café la guiaron hacia la cocina, donde encontró una escena que no sabía cómo procesar.
Liam Veyne, el hombre que la había encerrado la noche anterior, que la había besado hasta sangrar, que la aterraba tanto como la atraía, estaba cocinando. Llevaba pantalones de pijama grises y una camiseta negra ajustada que marcaba cada músculo de su espalda mientras batía huevos con movimientos eficientes.
—Buenos días —dijo sin voltearse, como si supiera exactamente cuándo había entrado—. ¿Huevos revueltos o







