Mundo ficciónIniciar sesiónEl sol de la tarde se filtraba por los ventanales del estudio de la villa toscana, creando patrones dorados sobre las paredes forradas de libros antiguos. Liam caminaba de un extremo al otro de la habitación como un animal enjaulado, sus pasos resonando contra el suelo de mármol con una urgencia que había crecido exponencialmente desde la videollamada de hacía tres días.
Las señales de Danna no habían sido sutiles. El código que Valentina y ella habían creado era rudimentario pero efectivo: tocarse el collar tres veces significaba peligro inmediato, llevarse la mano al vientre dos veces indicaba amenaza al bebé, y el gesto más desesperado de todos, presionar ambas palmas contra el cristal de la pantalla, era una súplica directa de rescate.
Había hecho los tres.
Stephano estaba sentado en el sillón de cuero frente al escritorio, observando a su socio con una mezcla de comprensión y exasperación. A su lado, Igor revisaba mapas satelitales de la mansión Vidal en Pa







