El Peso del Pasado y el Peso de la Esperanza
El amanecer llegó temprano aquella mañana. La luz suave que invadía la pequeña ventana de la cabaña me despertó con un toque sutil, pero insistente.
Ya no sabía lo que era despertarme a toda prisa, bajo la presión del reloj y de las responsabilidades que antes me perseguían implacablemente.
Aquí, el tiempo parecía desacelerarse, y con ello, comenzaba a percibir la verdadera importancia de cada segundo.
Jasmine ya estaba de pie, su figura esbelta moviéndose lentamente por la casa, como si cada paso fuera cuidadosamente pensado.
El aroma del café recién hecho llenaba el aire, y Roberta, que ya estaba despierta, corría sobre el piso de madera, su risa pura y despreocupada resonando en el pequeño espacio.
No sabía exactamente qué era lo que me retenía aquí, pero cada día que pasaba, sentía que la respuesta se formaba dentro de mí, como un rompecabezas que poco a poco iba tomando forma.
Me levanté lentamente, sintiendo los músculos un poco dolor