El sol despuntaba en el cielo despejado, tiñendo el horizonte con tonos dorados e iluminando las tierras de la hacienda con una promesa de renacimiento. El rocío aún brillaba sobre las hojas del maizal cuando Pedro despertó más temprano de lo habitual. En los últimos días, se había dedicado intensamente a ejecutar las mejoras planeadas junto a Jasmine. Ahora, con el dinero recibido por la entrega de Paulo, cada rincón de la hacienda empezaba a reflejar los frutos de ese esfuerzo.
Pedro cruzó el patio de tierra firme con pasos decididos, observando el resultado de los cambios con una mirada atenta. El antiguo granero, antes invadido por termitas y con olor a moho, ahora lucía un nuevo techo de zinc, vigas reforzadas y pintura fresca en un suave tono verde claro. En el interior, el espacio había sido reorganizado con estanterías, herramientas y semillas debidamente almacenadas, además de una pequeña zona para el secado del heno, que antes se hacía al aire libre, expuesto a las inclemenc