Mundo ficciónIniciar sesiónResulta que vivir en la luna es exactamente tan solitario como suena, incluso con Marcus roncando a mi lado y diez mil humanos construyendo una ciudad a kilómetro de distancia.
La gravedad había sido mi primera sorpresa. Una sexta parte de la terrestre significaba que cada movimiento se convertía en una danza involuntaria, cada paso una pequeña levitación. Marcus tardó semanas en adaptarse, tropezando constantemente con su propio impulso, maldiciendo cuando sus intentos de caminar normal lo enviaban flotando hacia el techo de nuestro domo. Yo, por el contrario, me ajusté instantáneamente. Mi cuerpo semi-divino compensaba sin esfuerzo consciente, como si hubiera nacido para este mundo de menor peso.
Nuestra residencia personal era una prisión hermosa: un domo transparente de un kilómetro cuadrado con vista perpetua de la Tierra, que giraba lentamente en el cielo negro. Jardines bajo cúpulas men







