Mundo de ficçãoIniciar sessãoTenía sesenta segundos para decidir entre morir como humana o vivir eternamente como prisionera de la luna, y lo único en lo que podía pensar era que nunca volvería a comer pizza.
El pensamiento era absurdo, trivial frente a la magnitud de la decisión que enfrentaba, pero ahí estaba: una punzada de pérdida genuina por algo tan mundano como masa fermentada y queso derretido. Tal vez porque representaba todo lo que significaba ser humana. Las pequeñas alegrías, los placeres simples, la capacidad de encontrar satisfacción en lo ordinario.
Marcus sostenía mi mano con firmeza, sin decir nada. Su silencio no era vacío sino lleno de comprensión. Había aprendido a leer mis silencios durante las últimas semanas, y yo había aprendido a valorar los suyos. No necesitaba palabras para saber que respetaría cualquier decisión que tomara, incluso si significaba







