POV: Isabella
Desperté sin saber cuánto tiempo había pasado.
No fue un despertar brusco, sino una especie de retorno forzado, como si alguien me hubiera arrastrado desde el fondo de un pozo oscuro hasta la superficie. Mis párpados pesaban. Mi cuerpo también. Durante unos segundos no entendí dónde estaba ni quién era.
El techo apareció primero. Blanco. Demasiado blanco. Con una pequeña grieta cerca de la lámpara que yo no recordaba haber visto antes. Me quedé observándola, siguiendo su forma irregular, como si de algún modo esa línea pudiera decirme cuánto tiempo llevaba ahí… o desde cuándo todo había empezado a desmoronarse.
Respiré.
El aire entró con dificultad, como si mis pulmones hubieran olvidado el gesto básico de vivir. Sentí un leve ardor en el pecho. No dolor. No exactamente. Más bien una presión constante, una mano invisible empujando desde dentro.
—Isabella…
La voz llegó desde algún punto cercano, pero tardé en reconocerla. Giré apenas la cabeza y entonces lo vi.
Sebastián