Una parte no quiere saber.
Lo desbloqueo.
D: “No confíes en nadie hoy.”
Mi respiración se esconde en mi pecho.
¿Es advertencia?
¿Es paranoia?
¿O es algo que él ya vio y yo aún no?
Miro alrededor.
Dos personas enfocadas en sus portátiles.
Un hombre leyendo.
Una mujer con audífonos.
¿Quién?
¿Dónde?
¿Me están mirando?
Mi mente acelera.
No quiero pensar.
Quiero control.
Quiero orden.
Pero el orden se me escapa.
Tomo el café.
Quema.
Lo agradezco.
El dolor físico siempre es más soportable.
El celular vibra de nuevo.
Otro mensaje.
Pero esta vez…
Número desconocido.
Corto.
Frío.
D: “¿Te sientes más viva ahora?”
Mi cuerpo se congela.
El café se desplaza en la taza.
No derramo, pero casi.
Mi vista se nubla.
Porque solo una persona podría escribir algo así.
Y no lo nombre.
No lo piense.
No lo invoque.
Respondo sin pensar:
“¿Quién eres?”
Tres puntos aparecen.
Desaparecen.
Aparecen otra vez.
Mi corazón se acelera.
D: “Tú ya lo sabes.”
Mis dedos se entumecen.
Mi audiencia desaparece.
El ruido del c