—¿Gaby, me prestas tu gel? —le grita unos de sus compañeros strippers del otro lado de la puerta.
Conteniéndose de golpear algo o, a alguien por inoportuno, Gaby se aleja de Noe renuente y abre la puerta de un golpe. El chico al otro lado entra sin más, sin percatarse de que el morocho no estaba solo.
—Olvidé el mío en la otra mochi… —Se calla rápidamente cuando nota a Noe todavía pegada a la pared, al lado de la puerta—. Lo siento, hombre, no sabía que estabas acompañado.
—No importa —entona Gaby dirigiéndose hacia el loker donde está su mochila para darle el condenado gel, sacar al inoportuno chico de ahí y seguir con lo que había comenzado. Probar de una vez por todas, esa voluptuosa boca.
Noe reacciona. Se da cuenta lo que estaba a punto de pasar. Si ese chico no hubiera llegado, Gaby la hubiera besado. Ella lo hubiera besado. Y quien sabe qué más hubiera pasado. Aprovechando la distracción, se escabulle por la puerta a toda velocidad. Gaby la ve al momento que ella está cruzando