—Termine el relato, por favor —le pide el oficial.
—Creo que estuve cuatro días, yo todavía podía contarlos, las demás chicas con las que he tratado de hablar, estuvieron más tiempo, pero ellas no decían mucho, ya que estaban drogadas y con miedo de que les pasara alguna cosa. Solo una se animó a decirme que ella ya no sabía cuánto tiempo llevaba cautiva. Unos de los hombres la escucharon hablar y se la llevaron —la chica comienza a despedir más lágrimas—. Una hora después el trajeron media inconsciente y la tiraron en el suelo al lado mío. Yo me moví hacia ella y tenía el estómago golpeado y sus ojos ya ni me veían —un sollozo escapa, interrumpiéndola.
Noe intenta caminar hacia ella, pero Gaby la agarra más fuerte para no dejarla avanzar más. El morocho la aprieta contra su cuerpo sintiendo como el cuerpo de ella comenzaba a temblar por la rabia contenida.
—¿Escuchó en algún momento si esos hombres nombraban a alguien? —pregunta sutilmente el oficial que parecía más amable.
—No —nieg