—¿Qué pasó en la celda? —le pregunta recostada sobre él, mientras que con su dedo índice entona dibujos abstractos e imaginarios sobre el pecho de su hombre.
Habían tenido una larga noche demostrándose amor y pidiéndose perdón, por lo que hicieron y por lo que podrían llegar a hacer en un futuro cercano. Solo fueron ellos toda la noche. Ambos se usaron para quitarse el dolor que cada uno alberga en su interior, ellos fueron conscientes que se usaban, pero no les importó, no era algo que se irían a reclamar en algún momento, ambos se necesitaban y juntos tenían el poder de ayudarse el uno al otro. No se trataba de usar y luego tirar, se trataba de usar a pura necesidad y amor, para luego volver a hacerlo cuantas veces les diera la gana. Por eso, después de haber pasado una larga noche, todavía estaban despiertos, desnudos y aprovechando cualquier momento para tocarse, al menos un efímero roce de piel, los hacía sentir unidos y únicos. Los hacía sentir bien.
—¿De qué hablas? —esquiva Ga