Mundo ficciónIniciar sesión— Mi paz —contestó ella, con voz baja— Ese es el precio cada vez que doy una oportunidad —
— No seas testaruda. Traeré algunas cosas para que tu casa sea más cómoda y también te ayudaré con el desvío del agua. No aceptaré un no — Dijo él con determinación.
Andy abrió un portal entre la cabaña de Sujhan y su mansión, buscando entregarle lo necesario. Pero Sujhan lo vio y un escalofrío recorrió su espalda.
— ¡Cierra el portal! — Gritó, pálida y temblorosa, y salió corriendo de la cabaña.
— Sujhan, espera, ¿Qué te pasa? —Andy salió tras ella, preocupado, pero no la encontró.
Comenzó a buscarla por todos lados, gritando su nombre, hasta que se topó con Maynor y su esposa.
— Andy, ¿qué sucede? — Preguntó Maynor— Te veo preocupado y tenso —
— Abrí un portal para darle a Sujhan algunas cosas para la casa, pero algo la asustó y salió corriendo. La estoy buscando — Dijo Andy, desesperado— No quiero usar magia porque temo asustarla más —
— Te ayudaremos a buscarla — Respondió Maynor— Seguro pensó que la regresaras de donde escapó y está traumatizada por eso —
— No pensé en eso. Por favor, ayúdenme — Dijo Andy.
Sujhan corría más adentro del bosque sin notar el camino. Solo veía los grandes árboles de pinos y cerezos a su alrededor. Un olor particular la llevó hasta una cueva iluminada por cristales celestes. Al fondo, un lago cristalino reflejaba la luz.
— ¿Quién eres? — Preguntó Sujhan, temerosa.
— Soy Xufon, patriarca de los elfos — Dijo un hombre que emergió de las sombras— ¿Tú eres Sujhan? ¿Hija del patriarca Koran? —
— Sí —respondió ella, cautelosa— Pero si digo eso, ¿Me devolverá a la segunda familia principal? Mi padre ha sido asesinado…—
Xufon abrió los ojos con sorpresa y preocupación — Esa es la peor noticia que he escuchado. ¿Eres su hija?
— Lo soy — Confirmó ella.
— ¿Y qué haces aquí, en la tierra élfica, y no con tu clan? — Preguntó él, serio.
— Eres Xufon, ¿cierto? — Dijo ella— No represento ninguna amenaza. Me han quitado la magia; ahora soy una persona común —
— ¿Quién se atrevió a robarte la magia? Eres de la familia principal. Si quisieras, podrías cambiar tu realidad. Pero si simbolizas una amenaza… —Xufon frunció el ceño.
— Lessandro y su hijo Norberto — Dijo ella con voz temblorosa— Por favor, déjame quedarme aquí. No soy una amenaza —
— Niña, esto es grave. Te buscan, y han enviado gente a rastrearte. ¿Qué gano al protegerte en mis territorios? — Dijo Xufon con seriedad— Tu presencia simboliza peligro—
— Patriarca, si me entregan me matarán — Dijo Sujhan, con lágrimas en los ojos— Solo quiero vivir en paz. Aceptaré cualquier término que me impongas. Incluso mi propia madre me traicionó —
Xufon se quedó en silencio, preocupado. Si la mataban, todos estarían en graves problemas y vulnerables.
— Eres muy valiosa — Dijo finalmente— Quise mucho a tu padre. Es una noticia lamentable que lo hayan asesinado. Pero debes saber que ahora el destino está en tus manos. Me preocupa que vengan a dañar mis territorios por buscarte. Sus métodos son despreciables —
— Comprendo — Dijo ella, cabizbaja— No quiero causar problemas. Mejor me iré—
Xufon la detuvo; — ¡Sujhan! Puedes quedarte. Pero no nos involucramos en los conflictos de tu clan —
— Gracias — Respondió ella, con voz apagada— Lo tendré en consideración—
— Respeta las normas de convivencia de los clanes — Advirtió Xufon.
— Sí, gracias — Dijo Sujhan, mientras salía del túnel.
Al emerger, la noche había caído. Su corazón latía con fuerza y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió sola… pero libre.
— Sujhan, ¿dónde estás? ¡Sujhan! —
Se escuchaban voces a lo lejos, pero ella no respondió. Al voltear, la cueva ya no estaba a la vista; las lámparas iluminaban tenuemente el fondo del bosque.
Decidida a no regresar, Sujhan caminó en dirección contraria a las luces, subió por un peñasco y se sentó sobre una enorme piedra. Miró la luna, dejando que algunas lágrimas rodaran por sus mejillas.
— Sujhan, te he estado buscando por todas partes. Estoy muy preocupado por usted —dijo Andy, acercándose cautelosamente.
— Te puedes ir — Respondió ella, con voz apagada— Estoy bien y lamento preocuparte—
— ¿Estás bien? Veo que has llorado — Insistió él.
— Lo estoy — Dijo ella, endureciendo la mirada— Aléjate de mí, no te necesito —
Sujhan bajó de la piedra y comenzó a caminar hacia la cabaña, sin orientación clara.
Las palabras de ella enfurecieron a Andy. Su expresión se tornó seria — Eres una malagradecida — Dijo con tono firme— Todo el día te he buscado, preocupado por ti, y ahora que te encuentro me tratas así —
— Andy — Respondió ella, firme— Te propongo algo; Yo veo las cosas a mi manera y tú a la tuya. Conserva tus ayudas para quien las solicite. No necesito de nadie, no quiero estar cerca de ningún hechicero y los odio a todos —
— Bien, entonces ve y huye de todos, malagradecida — Dijo él, con frustración— Eso explica por qué no tienes magia; Eres arrogante e insoportable. Diré a los demás que dejen de buscarte. Solo queríamos que te sintieras parte de nosotros —
Andy regresó el color de sus ojos a verde, la miró con molestia, se dio la vuelta y desapareció en el aire, caminando en dirección contraria a la de ella.
— Al fin… paz —susurró Sujhan— Eso es lo único que quiero —
De pronto, escuchó el sonido del lago cercano. Caminó hacia él y se sentó en la orilla, contemplando cómo sus aguas brillaban con hermosos tonos verdes y turquesas. Su mente vagó hacia su padre y la vida que había tenido antes.
— Lamentarme no solucionará nada — Pensó— Estoy cansada. Debo aprender a vivir de manera normal… aunque solo puedo preguntarme si todo esto realmente valdrá la pena —
Con un suspiro, se levantó y regresó a la cabaña. Al entrar, vio que sus pertenencias estaban organizadas junto a la cama y las cosas que Andy le había ofrecido, Algo de calma se posó sobre ella.
Sujhan no sabía si tomar las cosas que Andy le había dejado y el frío empezaba a calar, así que decidió poner madera en la chimenea. Con las manos extendidas, recitó unas palabras en el idioma de los elfos y pronto el fuego comenzó a arder, calentando toda la cabaña.
Acomodó algunas cosas y regresó al lago, donde tomó agua en una taza y volvió a la casa. Llenó una olla y puso a calentar el agua; cuando estuvo hirviendo, la transfirió con cuidado a otro envase y dejó que se enfriara para poder cocinar. Cortó algunas verduras en trozos y preparó un caldo.
Se sentó en el corredor que daba hacia los cultivos y, mientras comía, comenzó a organizar mentalmente cómo sembrar las distintas verduras. Sin dormir y sin detenerse, delimitó seis cuadrados de tierra; Papa, zanahoria, calabaza, trigo, maíz y tomate.







