— Te amo Bastián y siempre lo he hecho, siempre te he amado… — Repitió Carmen, cuando de pronto sintió las grandes manos de Bastián que la apretaban por los brazos con fuerza, casi al punto de lastimarla, como si él se sostuviera de ella, mareado.
— Aun… ¿Aun con todo lo que he hecho? — Bastián tragó grueso, arrugando el entrecejo.
— ¿Qué? — Está vez fue Carmen quien lo observó, confundida, por esa pregunta.
— Carmen, no soy… No soy bueno y lo poco bueno que he hecho, no lo hice de buena voluntad… — Continuó Bastián, mientras que Carmen lo seguía observando sin entender. — Soy un mafioso, ¿recuerdas? El jefe de una organización y como tal, he… He hecho cosas terribles… He asesinado a gente, he torturado, he sido cruel y vengativo, he hecho muchas cosas malas que han perjudicado a personas buenas, incluso a ti misma… — Bastián tragó grueso por lo que estaba a punto de decir. — He llegado a…
Bastián apretó los labios, en sus ojos se marcaba el temor y el dolor de lo que se guardab