Ver a ese hombre llorando, aferrado a su cuerpo mientras suplicaba perdón, le partió el alma, la rabia, la indignación y el deseo de hacerlos pagar, por lo que ella pasó.
La ira de Carmen se fue disipando lentamente al tiempo que ella misma derramaba lágrimas.
Y antes de que ella misma se diera cuenta, Carmen se soltó del abrazo de Bastián, para agacharse a su lado, tomar con ambas manos su cara y besarlo en cada espacio que encontraba, labios, mejillas, nariz, ojos, cabello al tiempo que musitaba.
— Te amo, te amo, yo también te amo, siempre te amé… Y seguiré amándote por siempre.
Ambos se entrelazaron en un fuerte abrazo al tiempo que se besaban con ternura, probando el suave sabor salado de sus lágrimas.
Con impotencia y repugnancia ante lo que veían, Mercedes se dio la media vuelta para irse del balcón, al tiempo que Carolina seguía a su madre, su plan, no tuvo el efecto deseado, pues en vez de sembrar discordia y desconfianza entre ellos, Carolina terminó uniéndolos más.
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