Valeria despertó con luz del Mediterráneo filtrándose por cortinas blancas. Por un momento—glorioso, perfecto momento—olvidó todo. Solo existía calor de cuerpo de Enzo contra el suyo. Respiración sincronizada. Paz.
Luego recordó el email.
"-F. El juego real apenas comienza."
Enzo se movió, besando su hombro.
—Buenos días, Sra. Costa.
Valeria sonrió a pesar de peso en pecho.
—Buenos días, Sr. Costa.
Hicieron el amor lentamente. Despertar sin prisa, exploratorio, como si tuvieran toda eternidad. Enzo sobre ella, peso reconfortante, movimientos lentos y deliberados. Valeria con ojos cerrados intentando grabar cada sensación. Cada beso. Cada toque.
Como si fuera último.
Cuando terminaron, permanecieron enredados. Villa en Mallorca era perfección: Privada, vista al mar, silencio absoluto. Exactamente lo que ordenaron.
—¿En qué piensas? —Enzo trazaba círculos en su espalda.
—En nada.
—Mientes horrible. —La besó—. Tu cuerpo está aquí pero tu mente está en Madrid. En ese email.
Valeria suspiró