Mundo ficciónIniciar sesiónLas piernas de Valeria cedieron. Simplemente dejaron de sostenerla, como si los huesos se hubieran convertido en agua. Se desplomó hacia la silla más cercana, pero Enzo la atrapó antes, sus brazos rodeándola, sosteniéndola contra su pecho.
—Mierda,— escupió Carmen, alejándose hacia la ventana, sus manos en los bolsillos, los hombros tensos. —Mierda, mierda, mierda.—
Morales esperó, su expresión impasible, dándoles un momento para procesar. Era evidente que había entregado malas noticias antes. Sabía cuándo hablar y cuándo guardar silencio.
Valeria se enderezó lentamente en los brazos de Enzo, obligándose a respirar. —Explícame,— dijo, su voz sorprendentemente firme. —Explícame exactamente







