El café Bella Luna estaba casi vacío a esa hora de la tarde. Valeria miró su reloj por tercera vez mientras removía distraídamente el azúcar en su taza. Había accedido a encontrarse con Alejandro después de días ignorando sus llamadas. "Solo una conversación", le había prometido él en su último mensaje, con ese tono que mezclaba súplica y determinación.
La campanilla de la puerta sonó y Valeria levantó la mirada. Alejandro entró con ese andar seguro que siempre había admirado, aunque ahora le provocaba una mezcla de incomodidad y algo más que no quería nombrar. Vestía una camisa azul marino que resaltaba el bronceado de su piel y unos jeans que se ajustaban perfectamente a su cuerpo atlético.
—Pensé que no vendrías —dijo él, sentándose frente a ella.
Valeria enderezó la espalda, creando inconscientemente una barrera física.
—Dijiste que era importante.
Alejandro la observó con intensidad, como si quisiera memorizar cada detalle de su rostro. Sus ojos se detuvieron en los labios de Val