El Club Élite era el tipo de lugar donde los acuerdos más importantes se cerraban lejos de miradas indiscretas. Ubicado en el último piso de un edificio histórico en el centro de Madrid, su acceso estaba restringido a una lista selecta de miembros que pagaban cifras obscenas por el privilegio de la privacidad absoluta.

Enzo entró al establecimiento con pasos decididos, ignorando los saludos del personal. Sabía exactamente dónde encontrar a Alejandro. Su investigador privado había hecho un trabajo impecable: cada jueves por la noche, Alejandro Moretti se reunía en este club con sus socios más cercanos.

Esta noche no sería diferente. Excepto por la visita inesperada.

La sala privada estaba al final de un largo corredor reves