Mundo ficciónIniciar sesiónEl apartamento de Valeria permanecía en silencio, solo interrumpido por el ocasional sonido de un vaso de cristal golpeando contra la mesa de centro. La luz del atardecer se filtraba por las cortinas entreabiertas, proyectando sombras alargadas que parecían danzar sobre las paredes blancas. Ella observaba la ciudad desde su ventana, inmóvil como una estatua, mientras Madrid continuaba su ritmo frenético varios pisos más abajo.
Llevaba tres horas encerrada, ignorando las llamadas y mensajes. Su teléfono descansaba boca abajo sobre el sofá, como si el simple hecho de verlo pudiera quemarle los dedos. El beso con Alejandro seguía grabado en su memoria con la nitidez de una fotografía recién revelada.
—Mierda —murmuró, pasándose los dedos por el cabello con frustración.
Se dejó caer en el sofá y cerró los ojos. La imagen de Enzo apareció







