Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio que siguió al abrazo entre Valeria y Enzo se extendió como una delgada capa de hielo sobre aguas turbulentas. Permanecieron así, entrelazados, respirando el mismo aire cargado de promesas frágiles y miedos no pronunciados. La oficina de Enzo, con sus ventanales que dominaban Milán, parecía ahora un espacio demasiado pequeño para contener todo lo que flotaba entre ellos.
Valeria fue la primera en separarse. Sus ojos, aún húmedos, reflejaban una determinación que Enzo conocía bien.
—Necesitamos hablar de Alejandro —dijo ella, su voz más firme de lo que esperaba—. No solo del beso. De todo.
Enzo asintió, pasándose una mano por el rostro. La mención de Alejandro había tensado cada m&ua







