Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio se había convertido en un tercer habitante del apartamento. Enzo lo notaba cada mañana al despertar, cuando extendía el brazo para encontrar el lado de Valeria vacío y frío. Lo sentía durante el desayuno, mientras ella respondía con monosílabos a sus preguntas, la mirada fija en algún punto indefinido más allá de la ventana. Y lo percibía por las noches, cuando ella fingía dormir, su respiración demasiado controlada para ser natural.
Tres días. Setenta y dos horas de distancia creciente que lo estaban volviendo loco.
Enzo observó a Valeria moverse por la cocina como un fantasma. Vestía uno de sus trajes ejecutivos, el cabello recogido en un moño severo que la hacía parecer inalcanzable. Sus movimientos eran mecánicos mientras preparaba café, como si ejecutara una coreografía ensayada para evitar cualquier







