El resto de la mañana pasó en una nebulosa. Valeria intentó concentrarse en la conversación con sus amigas, en los planes para la semana, en cualquier cosa que no fuera el encuentro que la esperaba esa tarde. Pero era inútil. Su mente no dejaba de dar vueltas, creando escenarios, imaginando posibilidades.

Cuando finalmente llegó la hora de irse, Sofía la abrazó con fuerza.

—Confío en tu instinto, Val. Siempre lo he hecho. Solo escúchalo, ¿está bien?

Valeria asintió, aunque no estaba segura de que su instinto fuera confiable en este momento. Estaba demasiado confundida, demasiado emocionalmente involucrada para ver las cosas con claridad.

El trayecto hasta