Un par de horas después de aquella incómoda plática, Aldo, Paloma, Isabella y Laura iban camino a casa. Tras todas las recomendaciones de la ginecóloga y el pediatra, la nueva familia estaba llegando a casa.
Paloma llevaba una mezcla de emociones, en sus brazos llevaba a su bebe, sí, su bebe, el que ahora sería su responsabilidad para toda la vida.
Se sentía nerviosa, una cosa era cuidar de su hermanito Gio, otra cosa era ver a Adele, ver a sus gemelos hermanos, ver a las gemelas de Pietro, cuidar de Enzo que tenía 6 años y otra.
Otra cosa era, tener a una bebita que será tu completa responsabilidad. Paloma llevaba una serie de sentimientos encontrados que los disimulaba muy bien, pero que por dentro la aterraban.
Tan pronto como había visto que la enfermera le entregaba a su bebe y ella firmaba la serie de documentos que avalaban que llevaba al bebe correcto y vivió, la comenzaron a poner nerviosa, ya que, al ser madre primeriza, ella recordaba como en las películas romanizaban t