POV: Franco
El Palazzo Moretti era, una vez más, mi prisión. Pero esta vez, era una prisión que había ganado a punta de sangre y estrategia.
Entré en la mansión, sintiendo el mármol frío bajo mis botas, un contraste brutal con el calor pegajoso del helicóptero. Los guardias estaban en alerta máxima, pero el silencio era ensordecedor. La violencia había terminado, dejando un vacío que se llenaba con el zumbido de mi propia mente.
Mi primera orden fue clara y concisa: asegurar a las gemelas.
Helena ya estaba en la suite principal, la misma que había diseñado como nuestra jaula dorada. Las niñas dormían en sus camas improvisadas, separadas por solo un metro de distancia. Me acerqué a la cama de Liana primero, el fantasma que se había materializado.
Liana. Cinco años de existencia desconocida. Mis ojos, la misma complexión fina de Helena. Era una réplica exacta de Elisa, salvo por una diferencia sutil que solo un padre obsesivo notaría: Liana tenía una sombra de melancolía en la expresión