POV: Franco
El silencio denso del búnker se hizo añicos. No por una bala, sino por una voz rota que atravesó el comunicador encriptado, una voz que pertenecía al hombre que me había enseñado a no sentir miedo.
—La gemela... Franco. La tiene. Tu traidor siempre planeó llevarse a la otra.
El mundo se detuvo. Mi agarre en el comunicador se hizo tan fuerte que el plástico crujió. La mano herida me dejó de doler. Mi mente, que opera a la velocidad de un procesador de diez núcleos, se congeló en un bucle: gemela... otra... gemela.
Miré a Elisa, la joya esmeralda en brazos de Sofía. Era perfecta. Única. Pero la voz de mi padre acababa de decirme que esa unicidad era la mentira más cruel jamás perpetrada.
Elisa no es la única Esmeralda. Una mitad. Serov no robó el Vínculo porque él ya tenía una pieza de la profecía, una pieza de carne y hueso. Cinco años de planificación. Cinco años de silencio. Mi inteligencia, mi control, mi supuesta maestría en el juego... reducidos a cenizas.
Mi furia era