CAPÍTULO XXIX

Tras mi quinto vaso de jugo miré la pantalla del celular impaciente, tenía sueño y Laura parecía no entenderlo.

─ ¡Eres una ñoña! ─me gritó al tiempo que bailaba al ritmo de la música, estaba menos cuerda que yo, iba por su décima ronda de cervezas. Toda una semental.

No podía entender con claridad cómo mi amiga aguantaba tantas rondas sin irse de bruces contra el piso, a mí los escasos vasos de jugo de arándanos con smirnoff me tenían mareada, ni siquiera podía hacer ademán de pararme porque todo me daba vueltas.

Me sentía inútil, y muy dentro de mí me reprochaba el hecho de haber aceptado la bebida.

─Ya fue suficiente ─espetó Noah arrebatándome el vaso a medio beber.

─Estoy cansada ─bostecé, estiré mis brazos y miré a Noah que seguía sobrio ─. ¿Tú no?

─Es la costumbre, ya nada me afecta lo suficiente, ni la cerveza, ni la música. Con el tiempo mi cuerpo ha tolerado todo esto.

─Claro. Noah, ¿puedes... puedes llevarme a un baño? ─no supe cómo pronunciar aquello sin que sonara vergonzo
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