Capítulo 84. En riesgo
El calor dentro de la oficina era sofocante. No era la calefacción, ni el bullicio de sus alumnos o compañeros; era el fuego extraño que Leiah sentía recorrerle la piel desde hacía días, un ardor que la debilitaba cada vez más. Tenía las manos heladas y los labios partidos, pero transpiraba como si hubiese corrido un maratón. Apenas había podido comer en toda la semana: cada sorbo de agua se convertía en una tortura y cualquier bocado terminaba en arcadas violentas que le desgarraban la garganta.
—Leiah, ¿estás bien? —le preguntó una de sus compañeras, al verla tambalearse sobre el escritorio.
Ella intentó asentir, pero lo único que consiguió fue que todo girara en círculos. Los sonidos se desdibujaron y las luces del techo se convirtieron en destellos que le lastimaban la vista. Dio un paso en falso, y antes de poder sujetarse de la mesa, se desplomó.
El golpe seco alertó a todos. El pánico se desató.
—¡Llamen a emergencias! —gritó alguien.
—¡Traigan agua!
En cuestión de minuto