Eva no podía quitarse de la cabeza lo que había descubierto. Las imágenes, los reportes, las fechas. Primero creyó que Rafael Dupont era el único secreto que Silvia Dalbus guardaba, pero no. Había más. Mucho más. Un hombre de rostro más común, con un taller mecánico a las afueras de la ciudad. Un par de años más joven que Silvia, de origen humilde. Al parecer, eran amantes desde que Leiah era una niña. Silvia lo había ayudado económicamente, le había puesto un pequeño negocio y viajaba a escondidas con él.

Eva no sabía qué hacer con la información. No podía contárselo a Leiah. No ahora. No cuando su mundo se había terminado de derrumbar. Optó por llamar a Johan.

—¿Estás libre? Necesito verte —le dijo sin preámbulos.

Se reunieron en una cafetería discreta.

—No puedo más. Silvia tenía una doble vida. Rafael no es el único… Tiene otro amante desde hace años. ¿Cómo se lo voy a decir a Leiah? ¿Después de todo lo que ha pasado?

Johan palideció.

—No lo hagas ahora. Ella no lo resistiría. Tal