Capítulo 39. Supervivencia
Leiah no había dormido. El rostro aún maquillado y el vestido colgado en el respaldo de una silla eran las únicas pruebas de que, alguna vez, esa mañana debió haber sido una boda. En su lugar, todo lo que quedaba era el silencio denso de una casa en ruinas emocionales.
Daniel Dalbus no quiso verla. No podía. Desde su estudio, ordenó que se preparara todo para que su hija partiera esa misma noche. Su decisión era inamovible.
—No puede quedarse en esta ciudad —sentenció—. Es una vergüenza. Un escándalo.
Silvia no discutió. Solo fumaba junto a la ventana, analizando mentalmente los medios que aún podrían silenciar el desastre. Le importaba la reputación, sí, pero más le dolía que su hija hubiera cometido todos los errores posibles sin sacar ningún provecho. Leiah ni siquiera había logrado casarse.
—La mandaré con mi madre a Vermont —anunció Silvia con un suspiro—. Le hará bien ese aire limpio y la rutina estricta. Aunque claro, mi madre es más estricta que el Vaticano.
Daniel asintió sin