Capítulo 20. Dulce hipocresía
Darren observó el mensaje de su padre con una sonrisa irónica dibujándose en el rostro. “Un evento familiar, para que conozcas a tus hermanos y a mi esposa… es tu bienvenida, hijo.” La hipocresía goteaba de cada palabra como veneno lento. Años sin siquiera una mención, décadas en las que su existencia fue borrada, y ahora, de repente, lo recibían con emoción, como si hubiera regresado de unas vacaciones prolongadas. “Qué teatro tan encantador, padre”, pensó con mordacidad.
A pesar de todo, una chispa de curiosidad se encendió dentro de él. ¿Cómo serían sus hermanos? ¿Serían como Daniel: fríos, manipuladores, o quizá también víctimas de su juego? Se vistió con elegancia: un traje gris oscuro perfectamente ajustado, camisa blanca y corbata de seda negra. El reflejo en el espejo mostraba a un hombre seguro, preparado para un juego de máscaras que él mismo había comenzado. Antes de salir, escribió un mensaje a Leiah:
“Te veré mañana temprano, en tu graduación. No sabes cuánto ansío abraza