Capítulo 17. El hijo prodigo
El sonido del escándalo era dulce para sus oídos. Los titulares explotaban en todos los portales, las imágenes borrosas del medio hermano caído en desgracia eran repetidas hasta el hartazgo por los noticieros. “William Dalbus, heredero del imperio automotriz, vinculado a red internacional de prostitución y tráfico de personas”. El golpe había sido quirúrgico. Preciso. Irreversible.
Darren apagó la pantalla de su computadora con una sonrisa contenida. Lo había logrado. Automotores Dalbus estaba ardiendo, y él era quien sostenía el fósforo.
Las acciones se desplomaban, los inversores huían como ratas del barco, y los periodistas acampaban frente a la casa de los Dalbus como buitres sobre un cadáver.
Entonces llegó la llamada que había esperado.
—El señor Daniel Dalbus ha sufrido un preinfarto —informó secamente la voz de su informante—. Está en el Hospital Privado St. Mark, planta exclusiva. Están resguardando su identidad, pero no estará solo mucho tiempo. La prensa ya huele sangre.
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