Valle del Zazot
El terror se diseminó por las tierras de los Liaks como una plaga que arrancaba gritos y súplicas de piedad; una plaga que mataba a los hombres y raptaba a las mujeres jóvenes. Por mandato de Rakum, debían capturar el mayor número de hembras en las dos noches que quedaban de luna llena.
Al caer el sol, la masacre continuaba con la ceremonia de revelación.
Tendido sobre la hierba, Kaím miraba la luna en silencio. Por primera vez en mucho tiempo pensaba en Agna y en su cachorro.
—¿Tienes hijos, Desz?
—No de mi carne, pero es el vínculo lo que cuenta. Hub0 uno, hace mucho tiempo.
—¿Qué fue de él?
—Creció, vivió, murió y renació como mi hermano. Debe estar esperando por mí, calmando la ira de nuestro padre mientras regreso.
Kaím suspiró, frunciendo el ceño.
—Todo se oye muy confuso con ustedes, los Tarkuts. No te ofendas, pero son extraños, como si vivieran, pero sin vivir en realidad. ¿O solo tú eres así?
—No puedo hablar por el resto, tampoco diré que soy feliz sie